París, ciudad ilustrada

Óscar Esquivias

¿Pero qué milagro es ese al que llamamos París? La hemos pintado, cantado, fotografiado y filmado hasta la extenuación, parece que nos la sabemos de memoria incluso sin haber estado en ella, que no tiene ya nada nuevo que enseñarnos. Pero no. Ahí está, inagotable, capaz de sobreponerse a sí misma y a todos los tópicos, con un pálpito de vida irresistible que Javier Contreras ha sabido captar muy bien, a veces con una mirada de niño curioso que pasea alegre, todo lo señala, todo le gusta y se fija en los besos, en los escaparates, en la gente pintoresca, en los perritos...

Sus fotos retratan la vida cotidiana con vivacidad, simpatía y belleza (tres cualidades, por lo demás, muy parisinas). Me encantan los gendarmes jovencitos que cierran un portón en la calle Sevigné, los recién casados que salen a fotografiarse un día otoñal de lluvia (y que quizá se crucen en el puente Alejandro III con la Maga, porque Javier Contreras se acuerda en ese punto de Julio Cortázar), el colorido alegre de la sala Bataclan (cuyo nombre está unido desde el siglo XIX al París más alegre de los espectáculos nocturnos y también, por desgracia, a la violencia terrorista), la estatua ecuestre de Enrique IV que mira hacia una pared desnuda, como si estuviera castigado, los paseantes a veces relajados y otras apresurados, las terrazas de los cafés, el río y sus artistas, los espejos, las escaleras, los lectores ensimismados en un banco de la calle bajo un árbol protector...

La literatura es importante en esta exposición. Javier Contreras no solo se pasea con su cámara, sino también con un libro bajo el brazo, porque así es como hay que ir por esta ciudad: con los ojos abiertos, el espíritu ilustrado, sensibles a la vida y agradecidos por tanta belleza. Pocos lugares han sido más amados por poetas y escritores, y por eso nuestro autor acompaña cada una de sus fotos con una cita literaria.

Esta es una exposición que se ve y también se lee y que despierta una nostalgia enorme de París, la ciudad más encantadora, el lugar del que todos somos ciudadanos.