La Real Casa de la Moneda de la Ciudad de Burgos. Siglos XII al XVIII.
Ocupaba, incluyendo patios y espacios verdes, varios de los solares de edificios actuales, pero sin llenar la manzana. Fue objeto de varias ampliaciones y mejoras desde la Edad Media, en función de su crecimiento adaptándose a la demanda. Tenía en el siglo XVII dos plantas y un desván. La planta baja era de sillería de piedra, y el piso superior de ladrillo, salvo los marcos de los vanos de las ventanas, que eran también de piedra.
En ella, durante seis siglos, se acuñaron los llamados dineros burgaleses, las blancas, seisenes, novenes, maravedís, óbolos, meajas, pepiones, ducados, cuartillos, doblas, escudos, excelentes, reales, ochavos, cornados, y el resto de denominaciones que las monedas de oro, plata, vellón y cobre, fueron adoptando con el paso de los tiempos. La presencia de la letra B en la moneda, identificaba que era una producción de la Real Casa de la Moneda de Burgos.
Las primeras monedas que llegaron a circular en el Nuevo Mundo, fueron acuñadas en Sevilla y Burgos para ser enviadas a la isla de Santo Domingo, recién descubierta.
Muchos de los principales oficiales de la Casa de la Moneda, pertenecían a familias principales en la vida social y en el comercio burgalés. Así podemos citar a los Mazuelo, los Astudillo y los Salamanca como ejemplo. En un momento en el que los gremios eran la asociación de las diferentes profesiones, nos les encontramos agrupados en Cofradías, como la de los Caballeros del Santísimo y de Santiago, cuyo armorial, conserva bellísimas ilustraciones de algunos oficiales de la Casa de la Moneda de Burgos.
La situación geográfica de la ceca de Burgos, la
más al Norte de Castilla, explica la influencia del
comercio con Flandes, que da acceso a las minas de plata
alemanas y de Centro Europa. Su situación en una zona en
la que confluyen las principales rutas mercantiles de la
Corona de Castilla, le permitirá ser un referente en la
producción de moneda para todo el reino, entre los siglos
XIII al XVI.
El cambio de política monetaria que supuso el descubrimiento de América, llevó a la decadencia de la Casa de Moneda burgalesa, que pasó a acuñar, en gran parte, en vellón y cobre, siendo su tesorero desde 1601 el Duque de Lerma. El resellado de monedas fue protagonista de su actividad en el siglo XVII.
Aunque la Casa de Moneda de Burgos había realizado su última labor de acuñación en 1681, sufriendo inundaciones en los dos años siguientes, el cierre definitivo llega en 1728, con ocasión de la centralización llevada a cabo por la administración borbónica en el siglo XVIII, tras la llegada al trono del rey Don Felipe V.
Las emisiones del Gobierno de Burgos durante la Guerra Civil.
Doscientos años después del cierre de la Casa de Moneda de Burgos, a finales de 1936, en plena Guerra Civil, la Junta Técnica del Estado, constituida como Gobierno del bando contrario a la República, ordena el montaje en Burgos de lo que llamaron Casa de Moneda o Laboratorio del Oro Nacional, para fundir los metales preciosos de los donativos y requisas, que estaban recibiendo a raíz del llamamiento del Gobierno de Burgos.
La labor en la Guerra Civil del Gobierno de Burgos entre 1936-39 no quedó ahí. A partir de 1937 se aprobó la emisión billetes de banco. Aunque los diseños salieron de Burgos y se grabaron algunas planchas, la impresión se hizo en la Litografía Portabella de Zaragoza, y en varias imprentas alemanas e italianas (Giesecke & Devrient y Coen Cartevalori).
La imprenta de la Hija de Braulio Fournier, fabricó la primera serie de sellos del franquismo, la de Cifras-El Cid e Isabel I, éste último inspirado en el retrato que Juan de Flandes, hizo en vida de la Reina.
La Fábrica de Papel de la FNMT.
Tras terminar la contienda civil, la necesidad de nacionalizar y estatalizar la producción de los billetes de Banco en España trajo consigo que la FNMT se encargara de su impresión y que se tomara en 1944 la decisión de construir en Burgos una Fábrica de Papel Moneda, para no depender de agentes extranjeros. Se integraría orgánicamente en la FNMT, que en esos años se había asegurado la exclusiva del Banco de España para la impresión de billetes.
La inauguración oficial de las obras terminadas tuvo lugar el 28 de julio de 1953. Desde entonces, se han fabricado todos los pliegos de papel que llevan marca de agua para los billetes de 100, 200, 500, 1.000, 2.000, 5.000 y 10.000 pesetas, además del euro y billetes para otros países.
La marca de agua de la Diosa Europa, presente en todos los billetes del euro que circulan en la actualidad, fue diseñada en Burgos, prueba de la categoría y calidad que ha alcanzado nuestra factoría, tras casi 80 años de andadura a orillas del Arlanzón.