La vida nos hace dar vueltas, unas veces debido a nuestras rutinas cotidianas, otras con el ánimo de viajar para conocer sitios peculiares o tal vez a causa de múltiples situaciones.
Al pintor le gusta la calle, caminar entre rótulos y perspectivas, contemplar el skyline, su mirada se distrae mientras captura detalles. Al momento planta el caballete en la pintoresca plaza de los Castaños, luego boceta rincones mágicos insospechados.
Levanta la mirada hacia los balcones, las buhardillas y chimeneas, para al final, emocionarse con las coloridas fachadas que se acuarelan en el papel.
Pinturas en óleo y acrílico comparten esta muestra con dibujos a tinta y acuarelas. Miguel Moradillo nos ofrece una visión íntima de la ciudad y de la movilidad urbana.