Desde la plaza del Cid comienza esta ruta por el paseo del Espolón, obra del siglo XVIII que marca la expansión de la ciudad extramuros y que convertirá la antigua ronda de la muralla en un gran paseo rodeado de jardines a la orilla del Arlanzón. En este paseo los arcos de acceso a la Plaza Mayor recuerdan el antiguo trazado de la muralla. La anteriormente denominada puerta de Carretas, daba acceso a la plaza del Mercado Menor, hoy plaza principal de la ciudad. Otras curiosidades que encontramos en el Espolón son las estatuas del Palacio Real de Madrid que el rey Carlos III donó a la ciudad y otras de estilo neoclásico, regalo de Isabel II.
En el paseo se encuentra el Consulado del Mar, edificio del siglo XVII que recuerda el pasado comercial de Burgos, y que supuso el principal impulso del desarrollo mercantil y financiero de la ciudad, ya que desde allí se controlaba en la época de los Reyes Católicos el comercio de exportación de la lana de las ovejas merinas castellanas.
Un poco más adelante el viajero se encuentra ante la que fuera la entrada más importante de la ciudad a través de la muralla, el Arco de Santa María, cuya configuración actual data del segundo tercio del siglo XVI. En el año 1536 los regidores del Concejo encargaron su remodelación a Juan de Vallejo y a Francisco de Colonia. Su importancia se incrementó desde 1600, tras convertirse en la puerta de entrada de los reyes que visitaban la ciudad y en el lugar en que éstos debían jurar respeto a los fueros de la villa.
4. LIENZOS DE LA MURALLA
Seguimos la ruta por el paseo de la Audiencia, prolongación del Espolón. En su primera bocacalle, Eduardo Martínez del Campo, se erige un conjunto de obras señeras que datan de los siglos XIX y XX. Destaca entre ellas el Palacio Arzobispal, obra neorrenacentista y barroca inspirada en la mezcla de estilos dominante a finales del siglo XIX y la iglesia de las Salesas, frente a la cual, a pocos metros, descubrimos parte del lienzo de la muralla original que data del tiempos del rey Alfonso X El Sabio.
5. PASEO DE LOS CUBOS Y TORREÓN DE DOÑA LAMBRA
El viajero se adentra en el Paseo de los Cubos, que nos ofrece el lienzo más largo de muralla conservado en la actualidad. En sus muros se abre la Puerta de la Judería junto al Torreón de Doña Lambra, donde la aljama burgalesa, una de las juderías más vitales del siglo XIII, se comunicaba con la ciudad extramuros.
Antes de acceder a la fortaleza burgalesa, punto culminante de esta ruta, hay que atravesar una de las puertas principales de la judería, el Arco de San Martín. De estilo mudéjar, se trata de la puerta más occidental de la muralla, por la que entraban en la ciudad, una vez jurados los fueros, los reyes de Castilla y por donde salían los peregrinos en su ruta hacia Santiago.
Atravesando el arco se alza el Solar del Cid, ubicado donde, según narra la tradición, se asentaba la residencia del Cid Campeador. Tras él se alza el cerro del Castillo, al que se accede por unas escaleras que conducen al viajero hasta el Mirador del Castillo, desde donde se disfruta de una excepcional panorámica del viejo recinto amurallado y de toda la ciudad de Burgos. El origen del Castillo se remonta al año 884, cuando el Conde Diego Porcelos, por orden del rey Alfonso III, fundó la fortaleza y la ciudad.
8. ARCO DE SAN ESTEBAN Y ARCO DE SAN GIL
Abandonamos el castillo por una escalera que desciende paralela a la muralla y que conduce al mudéjar Arco de San Esteban, del siglo XIV, compuesto por un doble arco de herradura y dos torres cuadradas con una galería de seis arcos de medio punto entre ambas. En el camino de descenso hacia la siguiente puerta, la del Arco de San Gil, se pueden contemplar restos de la antigua muralla.
9. PALACIO DE CAPITANÍA Y ARCO DE SAN JUAN
Continuamos el recorrido por la calle de Avellanos para llegar a la que fuera la puerta de Margarita, donde en la actualidad se alza el edificio neogótico de 1903 que alberga el Palacio de la Capitanía General. Finaliza este paseo, una vez atravesada la plaza de España, en la puerta más oriental de todas, el Arco de San Juan, por donde entraban los peregrinos a la ciudad, reconstruido en el año 1563 por Simón de Bueras y Martín Ochoa de Arteaga.